ALFA

JUAN Y LOS ZAPATOS

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Por. Daniel Celorio 603

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Juan era un niño muy feliz a pesar de la pobreza en que vivía. Sus padres no tenían dinero suficiente para conseguirle zapatos nuevos. Juan tenía un pasatiempo que era pescar y siempre que podía iba al lago a hacerlo.  Él no le pedía a sus padres más que una caña de pescar. 

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Les insistía a diario, pero él no entendía que sus papás tenían que trabajar para conseguir el dinero.  Un día sus padres se fueron a trabajar y Juan se escapó al lago y por el camino decidió armar una caña de pescar con palos que había en el suelo.

Él armó la caña con los palos que encontró y estando allí se encontró con un niño que estaba yendo hacia el lago. Se sorprendió al ver que el niño tenía una caña para pescar muy bonita. Juan le preguntó su nombre y él le dijo: -yo me llamo Alejandro. Juan estaba asombrado con la  hermosa caña que su nuevo amigo llevaba. Juan le preguntó: -¿y vas a pescar en el lago? Alejandro le respondió: -si voy a ir a pescar al lago.

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Alejandro al ver lo que Juan llevaba, le preguntó: ¿tú porque tienes ese palo amarrado a esa cuerda? Juan le dijo: Es que mis padres no tienen dinero para comprarme una caña para pescar.  Alejandro estuvo un rato pensativo y se decidió a pescar con su nuevo amigo.  Alejandro dijo: -Hay algo. Tiró y tiró.  Resultó ser una bota.  Juan se reía y Juan si sacó un pescado.  Alejandro quedó triste.  Luego el sacó otra bota y se puso feliz porque eran un par de botas nuevas. 

Quedó pensativo un momento y decidió obsequiárselas a su nuevo amigo.  Su rostro se puso feliz y se las llevó puestas. Juan se fue contento para la casa. Cuando Juan llegó a la casa después de haber ido al lago él pensaba que sus papás no habían llegado todavía.  Sin embargo, ellos lo sorprendieron y le preguntaron en donde había estado pues ellos habían llegado desde hace tiempo. Juan les respondió:  -Padre, madre, como yo sé que ustedes no tienen dinero para comprarme unas botas o una caña para pescar ni para ir a pasear y sé que ustedes me quieren y se preocupan por mi yo sin permiso de ustedes salí de la casa al lago y como no tenía una caña para poder pescar decidí hacer una con palos y una cuerda que encontré en el suelo y me fui a pescar me encontré a un niño que vivía por ahí cerquita y él tenía una caña para pescar muy genial. Entonces nos fuimos a pescar los dos al lago y él tuvo la fortuna de sacar unas botas que se habían amarrado a la cuerda y al gancho. 

Él decidió obsequiármelas. Y me puse muy contento. Sus padres se alegraron mucho y le pidieron a Juan que agradeciera a su nuevo amigo y le recomendaron que nunca más desobedeciera las órdenes de sus padres.